U2: Donde las calles no tienen nombre


                El sábado fui a ver a U2. A fin de facilitar la comprensión a mi legion de lectores, la crónica va dividida en 3: Antes, durante y después.

ANTES:
                Salimos de Pilar a las 16.30 aprox. Eramos tres: Paco, Macha, y quien suscribe. Nos detuvimos en el camino a comprar viveres y arribamos a la Capital tipo 18.00 hs., en busca del cuarto jinete del Apocalipsis: LA CHANCHA CALVA. Nuestro fornido compadre, nos esperaba en la 9 de julio muñido de esos audífonos tamaño baño que usan los pendejos esquizoides que cadetean el Microcentro de sol a sol. Nos tenía preparado un obsequio: 2 sanguches de subway, en los cuales había invertido una considerable cantidad de tiempo con un solo objetivo: aderezarlos con los peores ingredientes posibles. El de pepinillos, tomate y jamon podría calificarse de “pesadilla gástrica”.
                Sin tener una idea certera de nuestro rumbo, seguimos los carteles que decían “AUTOPISTA BUENOS AIRES-LA PLATA”. Siendo que nuestro destino era la ciudad de las diagonales, parecía difícil pifiarle. A poco de alejarnos de los límites citadinos, adentrándonos en la poetica campiña sureña, comenzaron a aparecer los típicos cartelones de propaganda oficial, tipo: “Estas a 35 km. del estadio mas moderno de sudamerica” o  “Estas a 25 km del estadio que se desagota en 7 minutos”. Todo esto acompañado de una nutrida presencia policial, con el naranja como color preponderante.
                A la altura de Quilmes, el transito lento se transformo en una tremenda contispación. El tráfico se atascó y parecía que nos esperaba una caravana interminable hasta el final del camino. Pero no, luego de un rato de vegetar sobre el pavimento, conseguimos ganar impulso y a las 19.15 hs. estábamos en La Plata. Estacionamos en el predio de Los Tilos R.C., donde nos cobraron la módica de 50 pesitos. Teniendo en cuenta que jugábamos mooooy de visitantes, ni se nos ocurrió pelear el precio. De ahí comenzamos nuestra larga caminata hacia el estadio.
                Vale decir que, a medida que nos acercábamos a nuestro destino, el paisaje urbano iba ganando en precariedad. Cuando finalmente llegamos al predio que rodea al estadio, nos dimos cuenta que el mismo está emplazado en un barrio “complicado”. Además tuvimos que pegar toda la vuelta, porque resulta que la entrada que correspondía al campo (nuestra ubicación) quedaba exactamente en las antípodas de donde habíamos estacionado. “Suerte de principiantes”, que le dicen. A las 20.15, finalmente entramos al estadio.

DURANTE:
                Al estadio entré corriendo. Soy fanatico de Muse, y quería escucharlos aunque sea un rato. El tema es que apenas termine de bajar la rampa que desemboca en el campo, me vi obligado a detenerme: Tenía que contemplar el lugar de los acotencimientos. Más allá de los escabrosos tejes y manejes que llevaron a su construcción y de las alarmantes demoras que sufrió hasta su ensamblaje final, el Único es una joyita sin atenuantes. Su estructura es imponente y subyugante: No podes dejar de mirarlo.
                Luego si, me concentre en lo que pasaba sobre el escenario. Acá cabe hacer otro paréntesis: “La garra”, nombre vulgar del escenario del 360 tour, es una de esas cosas que nos hacen preguntarnos qué tipo de drogas alucinógenas estaba consumiendo el diseñador de semejante monstruo a la hora de concebirlo. Voy a prescindir de realizar una descripción de sus características. Presumo que sería un esfuerzo esteril.  Basta con decir que me voló la cabeza.
                El recital de Muse respondió a mis expectativas. Una banda sólida, destinada a ocupar la vanguardia del rock de estadios en la próxima década. Repasaron sus Hits, como “Resistance”, “Starlight” y terminaron como siempre con “Knights of Cydonia”, nave insignia de la banda irlandesa a la hora del vivo. El tema es que la gente estaba en otra. Yo me contorsionaba como un poseído y los treintañeros a mi costados estaban sentados en ronda, comentando la última gala de GH y el casorio de Lopilato con Buble. Un desperdicio absoluto.
                Al termino del recital de Muse, se prendieron las luces y se pasó música, mientras en la alucinante pantalla circular, aparecía un reloj cuyas manecillas giraban a un ritmo distinto de lo normal. Esta circunstancia me mantuvo absorto un rato, hasta que la patética Ola que bajaba de las tribunas me devolvió a la realidad. Al rato sonó “De música ligera”, en un merecido homenaje a Cerati, que conto con un ferviente acompañamiento del público.
                Cuando el reloj borracho toco las doce, comenzó a sonar “Space Oddity” de Bowie, uno de mis temas preferidos. La nave de Bono empezó a echar humo y se apagaron las luces. Arrancaba el viaje. Primero sonó “Even Better than the real thing” y después “Beautiful Day”, temas que incitan a la euforia. Pero el público no estaba picante. El target de este recital es gente de clase media alta, en sus treintas, mucho publico femenino y mucha pareja. Resultado: poco clima de fiesta. El setlist de Bono y Cia. es un subibaja constante: sube con el frenesí de “Elevation”, baja con “One”, sube con “Vertigo” y “Elevation”, baja con “With or Without you”. Los puntos altos son en mi opinión “City of Blinding Lights” y “Stuck in a Moment”, tema en el que se destaca un solo vocal de The Edge en “falsetto”.
                Mas allá de la impactante puesta en escena, a mi la propuesta musical no me cerró del todo. En primer lugar no me gustó como se escuchaba. El sonido parecía muy artificial, como una bola de ruido. Es probable que la peculiar distribución de las columnas de sonido, colgadas a gran altura, influyeran para esto. Se notaba mucho en los temas más acústicos, en los cuales no se podía escuchar jamás una segunda guitarra, por dar un ejemplo. Por otro lado, no me convenció el registro vocal de Bono. Canta con un pitch muy agudo en todos los temas, distinto del que se escucha en las versiones originales, sobre todo de los temas clásicos de los 80.
                Tambien me parece que empalagan un poco con la proclama humanitaria. Yo no soy quien para cuestionar las motivaciones de Bono al respecto. Me consta que ha hecho grandes contribuciones en la Lucha contra el SIDA, Derechos Humanos en Asia, y muchas otras causas alrededor del globo. Pero satura un poco que cada 15 minutos realice una tediosa apología al respecto. Se me hizo como que el chabon es un poco careta.
                Parrafo aparte para lo que pasaban en la pantalla. Era como si el director de cámaras armara un videoclip en tiempo real, mezclando imágenes de los músicos en vivo con efectos visuales. Realmente espectacular.
                En conclusión: vale la pena pagar la entrada, sobre todo por la propuesta visual. La puesta en escena es alucinante. Fui a muchos recitales grandes y nunca vi algo parecido. Desde lo musical, me quede con ganas de mas. Aclaro para terminar, que no soy fan de U2, ni mucho menos.

DESPUES:
                Salimos del estadio lentamente. Se amontonó bastante la gente en la salida, pero de forma ordenada. Luego nos encaminamos a nuestro destino, con la fiaca de saber que teníamos 25 cuadras por delante y los cuádriceps agarrotados de tanto saltar. Al margen de que nuestras remeras pegoteadas al cuerpo cual figuritas autoadhesivas producto de la transpiración, nos convertían en incubadoras de gripe. Caminamos por las calles sin nombre, ya que en La Plata tienen numero. En algunos lugares se asentaban puestos de chori y paty, cuyo humo grasiento ejercía una influencia hipnótica sobre nuestro aparato digestivo. Pero encontrándonos cortos de efectivo, debimos esperar a llegar al auto, para deglutir con fruición los vestigios de los nefastos sanguches de la chancha.
                A las 12.50 emprendimos por fin el regreso. Imaginamos un viaje de una hora y media, que nos depositaria sanos y salvos en Pilar antes de las tres. Eran las 4 y no habíamos llegado. Fue una caravana diabólica hasta llegar a la Capital Federal, la cual consumió las pocas fuerzas que nos quedaban. Luego de 12 horas de periplo, llegamos a destino. Al final de la noche, repasando los puntos altos, nos dimos cuenta de que ninguna de las anécdotas destacadas tenía que ver con el recital. Todas eran de situaciones graciosas entre los 4. No se si eso habla peor de Bono o de nosotros.

1 comentario:

CHYNO dijo...

Excelente relato Agustin!!! (admiro tu elocuencia) Abz. Max.