Despues
de meses y meses de ostracismo bloguero,
vuelvo al ruedo de la comidilla digital. Esta vez se me ocurrió hacer
algo para lo que no estoy capacitado desde ningún punto de vista: una crítica
de un disco de música. Veamos: nunca toque ningún instrumento, no estudié
periodismo ni tuve jamás ningún acercamiento al arte. Detesto a los tipos que
se ponen anteojos y chupines para parecer mas cancheros y desconozco el significado de la palabra
“hipster”, aunque su sola fonética me da ganas de vomitar. Lo peor de todo es
que lo más probable es que ninguna de estas cosas se relacionen con un crítico
de música. Así que acepto que después de leer este artículo me lapiden, cual
mujer adultera afgana.
Pero
bueno, a los bifes. El disco que escuche es Random Access Memories, de Daft
Punk. Sisi, son es esos franchutes que se disfrazan de robots. Tambien cantan
con la voz distorsionada por un aparato, o sea que sería mas o menos como si
cantara Magnetto (el de Clarín, no los putones mejicanos que iban a Feliz
Domingo). Agustinnn, basta de pelotudearrrr, hablá del disco. La verdad me
parecio un discazo. En esta frase ya se fue toda la crítica que podía tener el
artículo. Le pongo 5 de 5 butters. Y si alguien no concuerda, nos trompeamos,
no tengo drama.
Obviamente
si tenemos que clasificar R.A.M., lo tenemos que encuadrar dentro del género de
música electrónica. Pero atención pastilleros… antes de correr a bajarlo con
las gafas negras puestas, una advertencia: aca no estamos hablando de la electrónica con esa base monotonal y
constante que nos incita a contorsionarnos como poseídos. Esto es como una
disección de la electrónica, bajándole el tempo, fusionandola con el funk y el
soul, con mucha base orquestal y de
guitarra eléctrica. En resumen, un disco mas para escuchar que para bailar.
Aunque tiene obviamente varios temas con destino de hits y mucha carne de cañon
para el remix. Es Daft Punk, no Victor Heredia.
Un
punto alto (probablemente lo que haga que el disco cuaje del todo) son las
colaboraciones. Julian Casablancas (Strokes) la gasta en “Instant Crush”, un
tema que ejemplifica una de las características mas salientes del disco, su
intimismo. Es un disco en carne viva, con mucha carga emotiva. Los robots acá
se sacan la carcaza y le meten mucho feeling a cada canción.
Volviendo
a las colaboraciones, meter a Giorgio Moroder (algo asi como el
pai-profeta-abuelo de la electrónica) es un definitivo acierto. Cualquiera que
haya visto (y escuchado) “Expreso de Medianoche”, sabe de lo que hablo. Este
tano y Kraftwerk son los cimientos de la música eléctrónica. Son lo que
salvaron a los sintetizadores de ser patrimonio exclusivo de bandas pop
ochentosas tipo Erasure o Modern Talking.
Otro
punto alto es “Touch”, que cuenta con la colaboración de Paul Williams, en el
rol de crooner con la voz un poco cagada a palos por el faso y el chupi, lo que
le agrega el toque perfecto a un tema que es un collage entre Pink Floyd, el
coro Kennedy y no se cuantas cosas mas. Este Williams hacia 40 años que no
hacia nada ni remotamentente destacado. Un hallazgo.
Después
tenemos “Get Lucky” el hit que va a ser objeto de 300 remix (por favor que no
lo agarre David Jeta). Canta Pharrel Williams (The Neptunes) y en la viola esta
Nile Rodgers (Chic) que mete una base funky livianita y pegadiza que le da “el”
toque al corte de difusión del disco. Aclaro que para saber quien era esta
gente los tuve que googlear.
El
disco en mi opinión casi no tiene canciones malas, la propuesta no parece ser
apoyarse en 2 o 3 temas para rellenar el resto con medio pelo. Mas allá de ser
un disco heterogéneo y que a veces se bambolea demasiado en sus cambios de
ritmo y tempo, la propuesta sónica termina cerrando en casi todos los
temas. Ello, sumado a los varios momentos de brillo, tanto de los robots como de
sus colaboradores, hacen de este un excelente LP y una piña en la nariz a los
que crítican a la electrónica por su falta de variantes o sentimiento.
Aunque,
hay que decirlo, Daft Punk nunca fue un paradigma de la “ortodoxia
electrónica”. Los tipos siempre
experimentaron. Pero con este disco patearon el tablero, y eso es siempre una buena noticia. Al menos
un soplo de aire fresco que esperemos dure hasta que el próximo disco de Justin
Bieber nos devuelva a la realidad.
Para
el final, abro el debate. Sospecho que mi crítica va a ser despedazada tanto
por los fundamentalistas de la música electrónica, como por los de Magnetto y
Justin Bieber. A todos ellos, les digo lo mismo que al “huevo” Toresani: “Si me
quieren venir a buscar, Segurola y La Havana”.
1 comentario:
Todo muy bueno pero a mi me gusta el Butter enojado!
Pipeta
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